¿Recordáis la fritailla de tomate? A pesar de ser un MUST HAVE puede ocurrir que la hayáis olvidado, así que por si acaso y porque soy muy cansina con lo de comer tomate en verano, aquí os dejo el link a la receta. La elaboración básica de la Fritailla de Calabacín es prácticamente igual, cambiando los tomates por calabacines, sin embargo he probado (y me ha enamorado) la versión de mi tía Rosita que incluye PATATA y CEBOLLA, y oye, que me relamieron el plato… ahí lo dejo. Así con la intención de que relamáis el plato y de que sintáis el enorme placer que eso supone, os voy a escribir esta versión más completilla ¿os parece? Bueno, como si me contestáis no os puedo escuchar, voy a hacer lo que me parece a mí que para eso soy la jefa de redacción de este Blog 😉
Abusar de los fritos no nos gusta, pero esta receta se hace con poco aceite y con mucho tiempo, por lo que a pesar del nombre, no os vayáis a impaginar una «fritangada» de esas de digestión imposible, nada más lejos de la realidad. Mis abuelas hacían todos los días este tipo de platillos en verano; por las mañanas teníamos a nuestra disposición unas buenas fiambreras de «fritailla» listas para almorzar; a mí me encanta sola, pero puedes utilizarla de acompañamiento de verduras, legumbres, carnes, pescados, huevo, arroz, …. ¡SETAS! ¡Espectacular con setas!
INGREDIENTES:
- 1 calabacín muy grande (ó 2 medianos ó 3 pequeños)
- 3 pimientos verdes
- 2 patatas
- 2 cebollas –> al utilizarlas moradas (son las que más propiedades saludables tienen) el color de la fritailla queda bastante más oscuro que con las cebollas blancas. El sabor es exactamente igual de bueno
- Una pizca de sal y de pimienta negra (siempre y cuando los pimientos no piquen… ¡ojo!)
- AVOE
ELABORACIÓN:
- Coger los calabacines, las patatas, las cebollas y los pimientos 🙂
- Pelar las patatas y cortarlas en cuadritos pequeños. En una perola medianamente grande, poner un chorreón de AOVE y empezar a freirlas, siempre a fuego lento
- Lavar los pimientos y cortarlos en trozos medianos. Pelar las cebollas y trocearlas a cuadritos. Añadir a la perola cuando las patatas empiecen a dorarse
- Pelar el calabacín y trocearlo; añadir a la perola cuando los pimientos y la cebolla empiecen a dorarse. Dejar al menos 1 hora a fuego lento, removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Añadir sal y pimienta negra al gusto (verás que con poco es más que suficiente) Es importante que con la pala vayas aplastando la patata, porque mola que no se note (que esté, pero que no se vea)
- Lista para disfrutar caliente o fría, aguanta en la nevera perfectamente durante varios días
¿Qué pienso cuando vuelvo de allí? La verdad es que a veces creo que tengo venazos paranoicos peligrosos; no os asustéis, no es que estando allí piense que la vida es maravillosa y que allí nadie se enferma y que todo es amor y humor, no. Allí, igual que aquí, somos y vivimos como personas con miles de interacciones, algunas preciosas y otras complicadas, muy complicadas. Sin embargo, allí respiro aire limpio, cuando llueve huele a tierra mojada, todos los días veo estrellas en el cielo, las personas no van corriendo por las calles y hasta tienen tiempo de saludarme y sonreirme, no hay túneles subterráneos de los que salen chorros de aire caliente, las ventanas están sucias de naturaleza, los grupos de whatsapp se hacen por las noches, cuando el sol ya se ha puesto, en las puertas, las paredes de las casas son lo suficientemente gordas para no necesitar 3 aparatos de aire acondicionado, el agua del cortijo sabe a gloria, y la del manantial te deja la piel suave, no pican los ojos ni huele a lejía. Y no soy consciente de todo eso hasta que al volver a casa paro en un área de servicio para descansar de tanto coche; y todo el mundo corre, hay 20 mujeres delante tuyo para usar un servicio que huele a no sé cuantos productos químicos, las paredes están negra de los gases de la autopista, todo el mundo se pide un café con mucha azúcar y un croissant con más azucar todavía, necesitamos subidones para mantener ese ritmo frenético, si te quedas dentro el chorro de aire frío te congela, si te sales, el chorro de aire caliente te quema las pestañas. Y cuando llegas a Barcelona todo el mundo mira para abajo, al móvil o al suelo, un suelo gris, de ciudad, de contaminación. Aunque en el fondo es normal, si miras para arriba no se ve ninguna estrella. Y sí, me da la vena paranoica y pienso que cómo no vamos a enfermarnos así, cada día más.
No hace falta vivir en un pueblo alejado de civilización para sentirte bien, pero sí siento imprescindible crear mi propio «pueblo» para que, allá donde vaya o donde esté, pueda recurrir a la calma y la conexión con la naturaleza que me hace tanto bien.
¡Feliz tapilla!
mmmm la frità de calabacìn! què ricura! màs aùn con las verduras del huerto! uno de mis platos favoritos. Gracias por la entrada Raquel, me has transportado unos minutos a Orce. La cita anual con la Tierra para limpiarnos de la ciudad. Y el mòvil metido en la olla de los chorizos, como me dice mi amigo Jose 🙂
Gracias a ti Paola por leerme y por tus palabras, transportar a alguien de Orce a Orce con mis palabras era todo un reto. Me apunto lo del móvil metido en la olla de los chorizos… me ha encantao! Un abrazo!
Que buena la fritá y cuanta estamos saboreando!!!!!
Por cierto… que me dan ganas quedarme unos días más😁😁
Y es que no me extraña papi, no me extraña. Pero yo te extraño, sólo que lo sepas 😉